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Un vino Tempranillo es aquel vino elaborado principalmente con esta variedad de uva. En particular, y según criterios de la Unión Europea, estaríamos hablando de vinos que contengan en su ensamblaje al menos un 85 % de la variedad Tempranillo. Este tipo de uva es un híbrido surgido de la combinación de las variedades Albillo mayor, uva blanca originaria de La Rioja, y la Benedicto, una variedad tinta oriunda de Aragón y prácticamente extinta hoy en día. El nombre de Tempranillo le viene dado por su corto ciclo de maduración en comparación con el del resto de variedades, ya que comienza con el final de los últimos fríos ya en primavera y termina antes de las primeras heladas otoñales.

La Tempranillo es la uva tinta más importante para los viticultores españoles, siendo también la primera en volumen de cultivos (solo por detrás de la variedad blanca Airén) y estando aceptada en la práctica totalidad de las Denominaciones de Origen Nacionales. Así, en función del lugar de cultivo, se la puede conocer también como Tinta de Toro, Tinta del país, Cencibel o Ull de Llebre (en catalán, ojo de liebre).

Además, esta uva autóctona de La Rioja es de vital importancia para la elaboración de vinos de Rioja, suponiendo en la región el 87,7 % de los cultivos y siendo clave para la configuración de la personalidad propia de nuestros vinos.

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La variedad Tempranillo puede cultivarse en multitud de suelos y climas, sin embargo, la elección de los mismos y la experiencia de las bodegas durante los procesos de vinificación van a condicionar de manera fundamental la calidad final del vino Tempranillo. Y es que para dar lo mejor de sí, los viñedos de Tempranillo necesitan una combinación de largas exposiciones al sol durante el día y temperaturas frías durante la noche. Condiciones ambientales que se dan con mayor facilidad en las tierras donde se producen los vinos de Tempranillo con más renombre: Rioja y Ribera del Duero.

La principal cualidad de la variedad de uva Tempranillo es el equilibrio. Contiene unas cantidades moderadas de azúcares y de niveles de acidez. Y en este punto radica parte de su éxito y de la expansión de su uso entre los viticultores de nuestro país, ya que estas cualidades la hacen una variedad muy versátil a la hora de combinarla con otras variedades de uva durante el ensamblaje de los vinos de mezcla.

Sin embargo, los vinos Tempranillo de calidad tienen una gran personalidad propia, que refleja todos los cuidados que se deben poner, tanto en el cultivo de la vid como en los procesos de elaboración, para producirlos. Así, los vinos Tempranillo suelen destacar por su color intenso, mostrando los tintos jóvenes tonos violáceos, malvas y azulados, brillantes y llenos de reflejos. Colores que evolucionan hacia naranjas profundos, rojos y granates en el caso de los vinos con más crianza.

Y es que a pesar de que podamos tender a asociar los vinos Tempranillo con vinos jóvenes, lo cierto es que este tipo de vinos pueden ser los candidatos perfectos para procesos de envejecimiento prolongados, ya que la crianza en barricas de roble les sienta de maravilla.

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En el caso de los vinos Tempranillo con más crianza, persiste el carácter afrutado, pero este cede parte del protagonismo en favor de aromas más complejos, como la vainilla, el clavo, el tabaco o el cuero. Y en algunos casos también podremos percibir matices de café, cacao, chocolate o coco. Siempre mostrando un buen equilibrio entre aromas, mostrándose estos de forma ordenada y sin estridencias.

Una vez en boca, los buenos Tempranillos son vinos elegantes, caracterizándose una vez más por el perfecto equilibrio entre unos niveles de acidez y una concentración de azúcares y alcohol moderados. Son vinos estructurados, de cuerpo medio y fáciles de beber, que se benefician del paso por barrica mostrando unos taninos suaves y afinados.

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“El Tempranillo fue introducido en Argentina a mediados del siglo XIX y tuvo una enorme expansión. Fue una de las variedades históricamente más plantadas debido a su productividad natural. Sin embargo, cuando en la década de 1990 el país se comprometió con la búsqueda de vinos de calidad no fue tenida en cuenta, quizás por estar asociada en la mente de los productores a los rendimientos cualitativamente menores. Sin embargo, con un correcto manejo agronómico despliega su potencial enológico y puede ofrecer vinos de altísima calidad”, describe Sebastián Zuccardi, quien hoy elabora Q Tempranillo. Es el vino que impulsó la bodega familiar en 1997 a partir de unos parrales añosos en Santa Rosa, oasis este de Mendoza, y considerado por muchos el primer Tempranillo de alta gama argentino.

Aquel auge del Tempranillo en Argentina explicado por Zuccardi fue en gran parte responsabilidad de los miles de inmigrantes españoles que llegaron a suelo argentino a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Si tenemos en cuenta el fuerte aporte ibérico a la cultura argentina, es lógico que su vino más preciado se haya convertido en uno de los favoritos de los viticultores locales. 

El Tempranillo también tuvo su momento exportador. En palabras de Rodolfo Sadler, winemaker de La Mascota y productor de uno de los mejores exponentes locales, “a comienzos de la década de 1990 los primeros importadores que llegaban en busca de vinos argentinos no pensaban en Malbec sino en cepas ya instaladas en la mente de  los consumidores europeos. Así el Tempranillo se convirtió en una posibilidad para nuestros vinos y para el Malbec. Comenzamos exportando varietales de Tempranillo, luego blends Tempranillo-Malbec y de este modo el Malbec tuvo su oportunidad. Hoy seguimos con el Tempranillo en algunos mercados puntuales de Europa”. 

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Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en 2019 el Tempranillo en Argentina contaba con 5.562 hectáreas para su producción, distribuidas principalmente en Mendoza (5295) y en menor medida en San Juan (169), La Rioja (52), Catamarca (19) Río Negro (11) y Salta (9), más otras 7 repartidas en viñedos menores. El Tempranillo en Argentina, cuando es joven, resulta lleno de fruta roja y suave al paladar, pasando por exponentes de cuerpo medio y notas a especias dulces cuando son criados en madera. Pero como gracias a la reputación de los grandes Rioja y Ribera del Duero se convirtió en una uva de elite, es común que se la destine a vinos de reserva y guarda, de modo que también podemos encontrarnos con tintos intensos, de buena concentración y óptima capacidad de envejecimiento.

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Elegida por sus altos rendimientos y utilizada para aportar color y taninos a vinos de mesa, el Tempranillo en Argentina hoy atraviesa un revival de la mano de algunos enólogos decididos a demostrar su potencial, como sucede con Karim Mussi, de Bodega Alto Cedro. “En la Consulta (Valle de Uco) es la segunda variedad más importante luego del Malbec, y está muy extendida debido a su componente histórico.

Hay muchas viñas viejas, incluso algunos viñedos prefiloxéricos, plantados a pie franco, sobre todo en parrales. Es una variedad muy productiva, pero en los suelos de esta zona tiene un vigor moderado a bajo, dando racimos apretados con bayas pequeñas y buena concentración de fruta y frescura”, explica Mussi. Este winemaker embotella Año Cero Tempranillo y también la usa en sus cortes de alta gama. 

Justamente en el sur del Valle de Uco, en La Consulta y El Cepillo, nacen otros interesantes exponentes como Crux de Bodega Alfa Crux y Contador de Estrellas Tempranillo Eterno, de Absurdo Wines. Una rareza es El Relator Tempranillo, elaborado con uvas de Tupungato, una de la áreas más frescas y elevadas del Valle de Uco, que permite obtener un vino sedoso y vibrante.

Pero más al sur aún, en San Rafael, encontramos uno de los más elegantes y potentes, Alfredo Roca Reserva de Familia.

Mientras tanto, en Maipú y Luján de Cuyo, que es la región donde más hectáreas de Tempranillo se concentran en Mendoza, nacen Tempus Alba, La Gran Mascota elaborado por Rodolfo Sadler, Mendel Lunta de Roberto de la Mota y Zuccardi Q, vinos que tras una buena crianza en barrica dan cuenta de un perfil sobrio y clásico, ideales para el envejecimiento en botella.

Te invitamos a honrar esta cepa con una copa en tu mano!

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