Asi, en 2005 tres íntimos amigos, Andrej Razumovsky de Austria y su primo André Hoffmann de Suiza ambos descendientes de la noble familia Vitivinícola de Sayn Wittgenstein, se unieron a Jeremie Delecourt francés, cuya familia es propietaria de Chateaux de la Crois Bontar, productor de rosados en la región de Cotes de Provence, para fundar una bodega boutique en Mendoza, Argentina. De la herencia y la pasión por el mundo del vino nace este proyecto.
La palabra en la cultura indígena local significa “Amor por la Tierra”. Un aspecto clave de la cultura nativa, siempre ha sido trabajar y coexistir en armonía con la naturaleza y el medio ambiente. Es por ello por lo que amar la tierra es su lema y su forma de cuidar el Terroir.
El compromiso de ALPAMANTA es trabajar de manera armoniosa con la naturaleza y producir vinos que respeten y expresen el terroir. Buscando una relación de respeto entre la viña, el hombre y el terroir. Es por ello que desde sus comienzos, certifican y trabajan sus viñedos de forma orgánica y biodinamica.
Sus viñedos están en tierras cuidadosamente elegidas que se encuentran a 950 metros sobre el nivel del mar. Suelos con texturas combinadas entre arenas, arcillas y limos, con presencia de calcáreos subsuperficiales. Centrando sus prácticas agrícolas en el respeto por el suelo y su biodiversidad, ayudando al ecosistema a mantenerse en equilibrio.
Todos los vinos de ALPAMANTA están elaborados por uvas orgánicas-biodinámicas certificadas, provenientes 100% de su propio viñedo para identificar el Terruño.
Mediante el uso de la tecnología de punta mantenemos la manipulación de los procesos de vinificación desde la cosecha hasta el embotellado a un mínimo (baja cantidad de sulfitos, levaduras nativas, mínima filtración). Utilizan las botellas más livianas del mercado, así como cajas y cápsulas elaboradas con productos reciclados, respetando al máximo el cuidado del medio ambiente.