El punto de partida fue Sol y Vino, el camino lleno de árboles, personas y autos nos llevó a conversar del contexto que nos acompaña..un viaje lleno de charlas y disfrute del paisaje.
Nuestra expectativa era alta, se hablaba que esta Bodega pertenece a una familia importante europea y que sus vinos eran de colección privada, se diría... la joyita de la familia. Y nosotros tuvimos el honor de, en un día hermoso de sol, visitar Bemberg, gracias a la cordial invitación de su nuevo Gerente Comercial, quien pensó fuera del molde e invitó a sus principales clientes a conocer las instalaciones por primera vez.
La Bodega se encuentra en el distrito de Gualtallary, rodeada de plantas de tomillo, y romero entre otras especies, se veía construida en medio de la flora salvaje y autóctona. Un lujo. Los anfitriones - gerentes y comerciales- nos recibieron muy amablemente, el enólogo Daniel Pi, con quien ya había tenido pocos momentos de encuentro, era una de las personas que más ansiaba conocer y entablar conversación. Me resultó una persona muy atenta y predispuesta, humilde y de perfil bajo; lo que sabe y puede transmitir es muy placentero.
Llegaron los demás invitados y nos dirigimos hacia el interior de la Bodega, en eso comenzaron por el porqué de la Bodega, en cuanto a su arquitectura y techo particular, la historia dice así… ‘Los dueños no querían rincones en la Bodega’, lo que llevó al reconocido arquitecto Mario Yanson a darle la forma de un cáliz que se prepara para concebir la uva a los pies de la imponente montaña. Redondez que lleva a un concepto familiar de equilibrio y terminación armónica, la Bodega te invita a sentir eso en cada salón, incluso está hecho con materiales autóctonos en plena armonía con la naturaleza de la zona.
En eso, nuestra vista se dirige hacia abajo y vemos tanques de concreto, y no de acero inoxidable, nos explican que los dueños entienden el concreto como un material amable porque permite la micro-oxigenación por los poros de la mezcla de cemento, arena y piedra. Otro dato curioso, es que son tanques ovales producidos en Mendoza. A su vez vimos cubas de roble en la cual ellos terminan de conformar el vino. Y al pasar a la degustación directa del tanque y la barrica...el enólogo nos llevó a un viaje de sabores por los futuros vinos. Vinos no conocidos y únicos hasta un tiempo futuro no tan cercano, porque todavía faltaba todo un proceso para ellos, nosotros estábamos probando los componentes que conforman el corte pionero que estaba proyectando como vino ícono de la Bodega. Así fue que probamos ‘Malbec de la Finca El Tomillo’ -del viñedo al lado de la bodega, que toma nombre de la flora silvestre-, también el ‘Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc’ del mismo viñedo.
Y...lo relatado hasta el momento fue la previa a la degustación con almuerzo, ¿ustedes se imaginan el nivel de lujo y detalle? Es así como procedemos a la degustación de los vinos de la línea ‘La Linterna- la linterna sería, en este caso, el nombre de los varietales, por ejemplo ‘La Linterna Malbec’.
Tuvimos el placer de degustar:
1. La Linterna Chardonnay 2017 Gualtallary.
2. La Linterna Pinot noir 2015 Los Árboles V.de Uco.
3. La Linterna Malbec 2015 Gualtallary.
4. La Linterna Malbec 2015 La Consulta.
5. La Linterna Malbec 2015 V del Pedernal San Juan.
6. La Linterna Cabernet Sauvignon 2015 V de Cafayate.
7. Pionero Blend 2015 Gualtallary.
El almuerzo acompañó la degustación, estuvo compuesto por un menú de pasos, entre ellos un asado con verduras memorable. El Chef Lucas Bustos se lució, llevándonos por un viaje de sabores incomparables. El mismo tuvo lugar en la casa de la familia, un momento de encuentro marcado por la tradición.
Para finalizar, entre charla y charla de sobremesa, llegamos a la conclusión que son vinos que están a la altura de su valor; coincidimos en que la elegancia, expresión y complejidad son los atributos que resaltan en estos vinos hecho arte, una armonía inigualable.
Gracias Bodega Bemberg por la experiencia, estuvieron a la altura, si no es que superaron, mis expectativas.
